Mendoza, una ciudad oasis.
Resumen
Cualquier persona que conoce Mendoza, tanto quien vive en ella como quien simplemente la visita, sabe que es una ciudad distinta.
Sus rasgos propios saltan a la vista: calles arboladas, acequias, un imponente fondo de montañas y un cielo intensamente azul.
Sin embargo, hay mucho de pueril complacencia en nuestra manera de amar la ciudad, porque mientras disfrutamos la sombra fresca de los árboles, pocas veces nos acordamos del desierto que está en la base de todo esto, ni que Mendoza es también una más de las muchas ciudades del Gran Oeste Árido Sudamericano.
Estamos acostumbrados a ver esta doble realidad nuestra, como una manifestación espontánea de la naturaleza.
Como si no supiéramos que esto es un milagro, concretado por el inmenso poder de que es capaz el hombre cuando se propone hacer y hace.