Carta de un Alumno a su Profesor:
¨MAESTROS QUE DEJAN HUELLA¨
Sentado en una escalera de un edificio gris, con poca luminosidad, esperé con ansiedad y nerviosismo al que fuera mi Profesor designado para mi tesis de grado, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Mendoza.
Eran las 17:30, la cita fue coordinada para las 17:00, siento llaves en movimiento y sonidos de nítidos pasos firmes sobre un piso de granito reconstituido y recién encerado, levanto mi mirada y veo por primera vez a la persona responsable de mi futuro.
En esa media hora de espera, mi cabeza no dejaba de pensar e imaginar lo que podría resultar de ese primer encuentro. Me sentía con mucha angustia e indefenso, como si fuera huérfano. Era una etapa de mi vida en donde tenía todo y nada a la vez.
Cuando miro el rostro de mi Profesor, veo a un hombre moderno, impecable, sus zapatos recién lustrados, carpeta en mano con sus papeles meticulosamente ordenados y a través de sus lentes detecto una mirada profunda, sincera y transparente, que me transmitió inmediatamente paz y tranquilidad. Me sentí cual un niño perdido en la plaza del barrio al encontrar a su Padre.
Me llama por mi nombre y me invita a ingresar a su estudio. Al pasar por el umbral de la puerta de ingreso, nunca imaginé que ese primer paso, sería el más importante de mi vida.
Al poco tiempo de iniciada la relación, ya me encontraba trabajando junto a él, en un Concurso de diseño Urbano, sin darme cuenta me fui insertando en el mundo de la Arquitectura de alta escuela y calidad. Mi Profesor me transfirió conocimientos y habilidades a través de su ejemplo práctico y creativo, en base al orden cuasi perfecto, mucho trabajo y pasión por el oficio de arquitecto que llegaba al infinito. Él me decía que la arquitectura no salía ni de la cabeza ni del corazón, salía de la boca del estómago.
Fueron años de mucho trabajo y entrenamiento, de entrega total a la relación MAESTRO / DISCIPULO.
No sé en qué momento ya me encontraba recibido y dedicado de lleno a la labor profesional, fue como si un huracán me hubiera atrapado y arrojado a otra dimensión desconocida, en donde el tiempo su hubiera paralizado. De pronto aquel Alumno inseguro, se encontraba al lado de su Maestro, ya formado, con herramientas y armaduras que le servirían para toda su vida.
Esa relación de MAESTRO y DISCIPULO, a través de los años y duros golpes que dio la vida, se transformó en una amistad profunda y la relación paso a ser de PADRE a HIJO.
Después de tantas anécdotas, profesores amigos en común, estudiantes y viajes de estudios compartidos, mi MAESTRO, PADRE y AMIGO, emprendió su último viaje, con su cámara de fotos en mano, a un lugar desconocido. El ya no está, … me deja su legado y una herencia universal.
Me encuentro sólo como aquella vez, sentado en la escalera de mi vida, a la espera de volver a ver a mi Maestro… Creo oír sus pasos firmes y el ruido de sus llaves en la mano.
A mi MAESTRO, PADRE y AMIGO: Profesor Arq. Juan Augusto Brugiavini. Del ALUMNO, DISCÍPULO e HIJO: Profesor Arq. Felipe Fiorentini
PD: ¨ Mi Maestro dejó una huella clara y profunda a la cual seguir, queda en mí y en toda la comunidad educativa de FAUD UM, hacer todo lo posible para que el paso del tiempo, no borre la huella del camino por culpa del olvido y el abandono. ¨