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En la conferencia pretendo mencionar estilos de autoridad que han sido -y son- nefastos: autoritarismo; sobreprotección; manipulación; ausencia de autoridad y obsecuencia.
Por otro lado, sin autoridad no hay convivencia ni vida social, independiente al estilo de autoridad que se cultive.
Vivimos en tiempos de cambios culturales que influyen en forma determinante en el ejercicio de la autoridad: en primer lugar, la pérdida de la asimetría; luego, la obsesión de transparencia y autenticidad, generada sobre todo por los medios de comunicación. También ciertas corrientes socio-filosóficas, como la Escuela de Frankfurt, la “Teoría crítica” de Adorno, Hockheimer y Marcuse y el iluminismo práctico, extendido como ideología.
La aparente soberbia y distancia frente a la autoridad, ha traído consecuencias insospechadas: una presión permanente, la sobrexigencia que trae estrés y una marcada soledad existencial.
El vínculo se presenta así como un nuevo mecanismo de salvataje y genera nuevas esperanzas. A partir de las “neuronas espejo”, que son la base de la empatía y comportamiento social, se comprende al otro, se aumenta la apertura y mejora la conexión y trabajo en común. De esta forma se reconquista una asimetría liberadora que permite que la autoridad y los demás se sienten a dialogar, a apoyarse y a buscar juntos caminos de felicidad.
La autoridad moral aparece como la tabla a la cual se nos invita a subir para ejercer autoridad. Mencionaré aquellos aspectos que generan exponencialmente esta autoridad moral y cuáles la debilitan.
Resumiré este desafío en el axioma de José Kentenich: “Libertad todo cuanto sea posible, obligaciones –normas- las necesarias y por, sobre todo, máxima motivación que permite cultivar la originalidad.
P. Guillermo Carmona Nadal