Tras su regreso de un viaje de formación y trabajo, el licenciado en kinesiología ofreció una enriquecedora entrevista en un ambiente cordial.
¿Podría contarme cuál es la actividad profesional que desempeña actualmente en Italia?
Dentro de la institución, formo parte del equipo multidisciplinario, donde me desempeño principalmente en la rehabilitación y recuperación funcional de afecciones ortopédicas y deportivas, postraumáticas y postoperatorias; en el tratamiento de lesiones musculo esqueléticas; en programas preventivos; y como especialista y responsable del área de terapia láser, donde implementamos tecnologías de última generación para el tratamiento del dolor, la inflamación, el control de procesos edematosos y la regeneración tisular, entre otras aplicaciones.
Esta herramienta la integro a los planes de recuperación postquirúrgica y en lesiones de difícil resolución, como tendinopatías, esguinces, contracturas o patologías articulares crónicas, potenciando los efectos del tratamiento manual y del ejercicio terapéutico. Mi rol implica también una constante supervisión y reevaluación de los objetivos clínicos, asegurando un seguimiento progresivo y una intervención ajustada en cada etapa del proceso rehabilitador, junto a todo el equipo. En este contexto, tengo el privilegio de trabajar con jugadores y jugadoras del Torino FC, así como con numerosos deportistas y atletas de élite de distintas disciplinas, y con una amplia gama de pacientes del ámbito privado que llevan una vida activa y cotidiana. Muchos de estos últimos —pero no por ello menos importantes— no presentan necesariamente un evento traumático puntual, sino que llegan con desequilibrios funcionales o estados dolorosos crónicos asociados al estrés, sobrecargas mecánicas o procesos degenerativos, donde la fisioterapia cumple un rol fundamental en la mejora de su calidad de vida y movilidad.
Esto me permite ejercer mi profesión en un entorno de excelencia, exigente y en constante evolución.
¿Desde cuándo ejerce la kinesiología en la UE?
Estoy ejerciendo la kinesiología en la Unión Europea desde hace un año. Fue un desafío importante a nivel personal y profesional, principalmente por tener que adaptarme a un nuevo sistema de salud, a otras dinámicas de trabajo y a un entorno profesional altamente exigente.
Sin embargo, el proceso de integración fue mucho más natural para mí, ya que crecí en una familia con una fuerte influencia italiana y siempre mantuve un vínculo cercano y un profundo cariño por mis raíces.
Al ser hijo y nieto de italianos, desde pequeño estuve en contacto con el idioma, las costumbres y el estilo de vida del país, lo que me permitió enfocarme desde el inicio en lo profesional y académico, sin tener que atravesar la barrera idiomática ni enfrentar un choque cultural significativo, aunque igualmente con desafíos constantes.
Esta experiencia ha sido profundamente enriquecedora, no solo por lo que implica trabajar en un contexto europeo de alto nivel, sino también por lo que me permitió reafirmar: mi vocación, mi compromiso con la salud de las personas y mi deseo constante de seguir creciendo en esta profesión que me apasiona.
¿Cómo obtuvo el puesto y cuál fue el recibimiento de la Institución Deportiva?
Obtuve el puesto luego de un proceso de selección riguroso que incluyó: entrevistas técnicas, revisión de antecedentes académicos y profesionales. También tuve que completar un período de stage profesional y formación y una evaluación práctica de mis competencias.
Este período inicial me permitió adaptarme a la dinámica del centro, conocer al equipo de trabajo y demostrar en la práctica mis conocimientos, habilidades clínicas y compromiso profesional. El hecho de haberme formado en una universidad con un sólido enfoque clínico y científico fue muy valorado. A partir de ahí, todo se dio de manera muy natural, y terminé quedando seleccionado.
El recibimiento por parte del equipo fue excelente. Desde el primer día me encontré con colegas comprometidos, extremadamente preparados y con gran apertura al trabajo
colaborativo y a la innovación. Me integré rápidamente gracias a la predisposición de todos y a la filosofía del centro, basada en la excelencia, la actualización continua y el abordaje integral del paciente.
La posibilidad de trabajar con deportistas profesionales también me exigió un alto nivel de precisión y responsabilidad, lo que considero un gran motor para seguir superándome día a día.
¿Qué extraña de Mendoza y cuáles son las diferencias con la ciudad de Torino?
De Mendoza, extraño profundamente a mi familia, el clima soleado, los paisajes, el aire de nuestra montaña y, por supuesto, el asado con amigos y esa calidez humana tan característica de nuestra gente. También echo de menos la tranquilidad de ciertos rincones de Mendoza que están muy ligados a mi infancia y que forman parte de mis recuerdos más entrañables.
En cuanto a Torino, es una ciudad muy organizada con una riqueza cultural y arquitectónica impresionante. Tiene un ritmo de vida más acelerado, propio de una gran ciudad europea, pero a la vez ofrece muchísimas oportunidades para quienes buscan crecer profesionalmente. Uno de los aspectos que más valoro es el acceso permanente a formación continua, innovación en el ámbito de la salud y una red profesional altamente calificada.
Además, tiene una calidad de vida que se refleja en muchos detalles cotidianos: desde la seguridad y el orden en el espacio público, hasta la oferta cultural, la infraestructura urbana y, sin dudas, su gastronomía, que es increíble. Comer bien forma parte de la vida diaria acá, no solo por la tradición culinaria, sino también por la importancia que se le da al momento de compartir una comida. Todo eso hace que la experiencia de vivir en Italia sea muy rica y disfrutable.
Me he adaptado muy bien y he encontrado mi espacio acá, tanto en lo profesional como en lo personal. Pero siempre llevo a Mendoza muy presente, tiene un valor único e irremplazable para mí, es mi lugar de origen, y eso siempre se lleva en el corazón.
¿Cuáles son sus expectativas profesionales hacia el futuro? ¿Volvería a trabajar a Mendoza?
Mis expectativas profesionales están centradas en seguir creciendo, ampliando mis conocimientos y profundizando en áreas específicas que me apasionan, como así también en la aplicación de nuevas tecnologías en fisioterapia. También me interesa seguir desarrollándome en contextos interdisciplinarios e internacionales, donde el trabajo en equipo y la actualización constante son pilares fundamentales.
En cuanto a volver a trabajar a Mendoza, no lo descarto en un futuro. Creo que sería muy gratificante poder, en algún momento, devolver algo de lo que recibí en mi formación y experiencia en Europa. Pero por ahora, mi camino sigue acá, en Italia, donde me siento motivado, tanto en lo profesional como en lo personal, y con mucho por construir todavía.
Estoy en un entorno que me permite seguir aprendiendo, creciendo y desafiándome constantemente. Las oportunidades de formación continua, el contacto con equipos interdisciplinarios de alto nivel y el acceso a tecnologías avanzadas hacen que este sea un contexto muy enriquecedor para mi desarrollo profesional.
¿Desde cuándo se despertó su vocación como Kinesiólogo?
Mi vocación nació desde la más tierna infancia. Mucho antes de empezar a hablar, ya me fascinaban los libros de ciencia, fisiología y anatomía que había en casa. En ese entonces no podía leerlos, por supuesto, pero pasaba horas observando las imágenes, como si ya desde aquel momento algo dentro de mí buscara entender cómo funcionamos, cómo nos movemos, cómo sanamos.
Mis padres, al notar mi interés, se encargaron de estimular y acompañar ese camino desde temprano. Siempre sentí una curiosidad natural por el conocimiento, especialmente por todo lo relacionado con el cuerpo humano y el mundo de las ciencias de la salud. Aquella inquietud inicial fue creciendo y con los años se transformó en una verdadera pasión por el estudio del movimiento, la recuperación funcional y la posibilidad de mejorar la vida de las personas a través del conocimiento, la empatía y el trabajo clínico bien hecho. La kinesiología, sin dudas, no fue solo una elección profesional, sino una decisión vocacional profundamente arraigada en mi historia personal.
¿Podía dejar un mensaje a quienes están estudiando kinesiología en nuestra FCS de la Universidad de Mendoza?
A quienes hoy están transitando el camino de la kinesiología en la Universidad de Mendoza, les diría que lo vivan con compromiso, con pasión y, sobre todo, con curiosidad. Que se animen a ir más allá de lo que se enseña en el aula: que pregunten, que exploren, que se involucren con cada experiencia como una oportunidad de crecimiento. Aprovechen al máximo las herramientas que les brinda la formación académica, pero también búsquense a ustedes mismos dentro de la profesión: encuentren su voz, su estilo, su manera de acompañar, sanar y dejar huella.
La kinesiología es una profesión profundamente humana, desafiante y en constante evolución. Nunca dejen de formarse, de actualizarse y de escuchar al paciente como un ser integral, con historia, emociones y necesidades únicas.
Y nunca subestimen el valor de la presencia: un gesto, una palabra o una actitud empática pueden ser tan terapéuticos como una técnica bien aplicada. En esa conexión auténtica con el otro también reside el verdadero poder de nuestra profesión.
Solo agradecer profundamente a la Universidad de Mendoza, a sus docentes y a todos los compañeros y amigos que fueron parte de mi formación. Estoy orgulloso de haberme formado en esta casa de estudios, y espero poder seguir representando a nuestra universidad en el mundo con el compromiso y la excelencia que me inculcaron. Si hay algo que quisiera transmitir, es que los sueños —esos que a veces parecen lejanos, casi imposibles— no son solo para soñarlos, sino para trabajarlos. Nada llega de un día para el otro, pero con pasión, dedicación y constancia, las oportunidades terminan apareciendo.
El camino puede tener obstáculos, momentos de incertidumbre o cansancio, pero cuando uno tiene claro su propósito, el esfuerzo cobra sentido. A veces, los logros llegan de formas inesperadas o en tiempos distintos a los que imaginábamos, pero tarde o temprano, si uno busca con el corazón y se compromete con lo que ama, los sueños se abren paso.
Estoy convencido de que cuando se trabaja con entrega, honestidad y vocación, la vida, de alguna manera, se encarga de acompañar ese recorrido.
Quisiera cerrar esta nota agradeciendo profundamente a mi familia. Todo lo que he logrado hasta ahora ha sido gracias a su amor, su apoyo y los valores que me transmitieron desde siempre. A mi padre y a mis hermanos, quienes han sido mi mayor inspiración y mi sostén, incluso en los momentos más desafiantes. A ellos les debo no solo lo que soy, sino también lo que aspiro a seguir construyendo. Y, en especial, quiero honrar la memoria de mi madre, quien, aunque ya no está físicamente conmigo, sigue guiando mis pasos con su amor incondicional, su ejemplo y su fuerza. Su presencia vive en todo lo que hago y en cada decisión que tomo. Gracias, de todo corazón.
Por Pablo Bekerman (UM)